Las fórmulas magistrales representan el origen de la profesión farmacéutica y constituyen una de las actividades más arraigadas con la esencia de la actuación del farmacéutico. En la actualidad, a pesar del auge de la fabricación industrial de los medicamentos, la práctica de la formulación magistral sigue siendo indispensable para el tratamiento de casos específicos.
Una fórmula magistral es un medicamento destinado a un paciente individualizado, preparado por un farmacéutico, o bajo su dirección, para cumplimentar expresamente una prescripción facultativa detallada de los principios activos que incluye, según las normas de correcta elaboración y control de calidad establecidas al efecto, dispensado en oficina de farmacia o servicio farmacéutico.
Según ésto, la fórmula magistral debe ser elaborada por un farmacéutico o bajo su responsabilidad, siempre bajo receta médica, y para un paciente concreto identificado. La elaboración resultante es un medicamento a todos los efectos, por lo que se le exigen las mismas garantías de calidad, seguridad y eficacia que han de superar las especialidades farmacéuticas industriales, y debe ir acompañada de la debida información al usuario.
La fórmula magistral es un medicamento hecho a la medida del paciente, en el que se ajustan las características del fármaco a las necesidades terapéuticas de una persona en concreto.
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